jueves, 3 de junio de 2010

Es un antes, y ¿será un después?

¿Futuro, o pasado?



Esta pregunta es la que deberíamos plantearnos ahora cuando, en los medios de comunicación, aparecen nuevos vehículos eléctricos con (según dicen) la última tecnología del siglo XXI. Y digo según dicen porque si estuvieran los ingenieros del siglo XIX, estarían en continuas manifestaciones.


El actual problema medioambiental, junto con la falta de combustibles fósiles para el futuro, esta empujando a devolver el reinado a los autos eléctricos y a la mejora de sus componentes para mejorar sus prestaciones, sobre todo de autonomía.











Coche eléctrico actual

Ahora el tema es: ¿existirá, o se podrá fabricar, un material de bajo costo que almacene mas y mejor la energía eléctrica que el plomo (cada vez mas escaso, y por tanto caro), y que sea poco pesado? No. Aunque de momento la respuesta sea negativa, el coche eléctrico parece tener un futuro muy prometedor.


Un día entre 1832 a 1834, Robert Anderson fabricó el primer automóvil eléctrico puro. Ya en 1835 comenzó su venta a escala reducida. El desarrollo de la pila durante este siglo aumentó su venta. Antes de la invención del motor de gasolina, concretamente el 29 de abril de 1899, se alcanzó la velocidad máxima hasta entonces conseguida, ¡los impensables 105,88 Km./h! La foto se corresponde con un vehículo eléctrico de 1920.


A principios del siglo XX, comenzó su venta a mayor escala, aunque apenas superaban los 30 Km./h, y eran bastante caros. Destinados sobre todo a las mujeres, pues los coches de combustión tenían el arranque manual (la típica “carraca”), muy costoso y peligroso. En 1897 la venta, a pequeña escala, consiguió la cifra de alrededor de 300 coches, sobre todo taxis, entre las ciudades de Nueva York, Filadelfia, Boston, Chicago y Washington D. C.


La invención del motor de gasolina, y su posterior utilización en automóviles para la venta en 1902, junto con la aplicación del motor de arranque eléctrico (iniciada por Cadillac en 1913), al igual que su rápido desarrollo y la construcción en cadena ideada por Ford en 1908, supuso la disminución progresiva de las ventas de coches eléctricos, dadas sus menores prestaciones.


Posteriormente, en la tercera década del siglo XX, la venta se quedó reducida a los montacargas, y pequeñas máquinas, y en 1950 los carros de golf.


Si realizamos una comparación a grandes rasgos de un pequeño coche diesel de 70 CV con un pequeño deportivo eléctrico de 120 KW (unos 150 CV), podríamos deducir:


1. El gasto del diesel se acercaría a los 4.5 euros cada cien km., frente al euro y medio del eléctrico.


2. El rendimiento del motor del diesel sería del 50%(al igual que el resto de diesel, pues la otra mitad se pierde en calor) frente al 80-90% del eléctrico.


3. La contaminación que produce el diesel (supongamos que gasta 4.5 l/100) es de 12kg de CO2 por cada cien km., frente a los 3,13 del coche eléctrico, que se generan al producir la electricidad.



Debido a estos beneficios, a que no se necesita la caja de cambios, y a que alcanza su casi potencia máxima desde el momento en el que pisas el acelerador (lo cual lo hace mas seguro en cualquier salida), los ingenieros actuales, están investigando y buscando la forma de mejorarlos. En este momento el problema no está en la potencia, pues se puede fabricar un motor eléctrico con más potencia que uno de gasolina, por muy potente que sea, o simplemente, la unión de varios motores eléctricos para sumar su potencia, ya que son de tamaño muy reducido en comparación con uno de combustión – ¡algunos coches de pruebas superan los 370 km/h!-.


El problema está en el almacenamiento de la energía. Si tu fabricas un motor de 735 KW de potencia (unos 1000 cv), la carga de la batería, probablemente te duraría escasos 15 minutos. Ya que si quieres que una batería, en un coche que consume unos 25 KW a los cien, te dure 100 km., el peso de esta batería se correspondería con unos 250 a 300 kg de peso adicional al coche. Por eso los coches eléctricos que actualmente están a la venta son pequeños, con poca velocidad punta, poca potencia, y, aun así, con una autonomía de entre 70 y 180 km.